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Mostrando entradas de junio, 2009

Mediodía

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--> Canta la luz aire arriba como una alondra. Y por la rama de su canto sube el mediodía. Quieren los ojos seguirlo pero no llegan. Como el amor, el sol, de tanto, ciega. Meira Delmar -->

A media mañana

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El sol, el viejo sabio, va disipando minúsculas dudas de oscuridad, dejadas hasta ahora por resolver. Le tiemblan un poco las manos, y temblamos los árboles y nosotros cuando oímos que todo minuto que pasa ha de arrancar, brusco, una venda de sombra, y ahora el justo caso de la luz será bien recto, y ahora chillará la delgada desazón de la flauta de Iblis, y lo veremos todo, y repleto de espacios de claridad, impenetrables como el cristal. Manifestado todo, diremos: tú lo has querido, te lo has buscado tú, de noche, cuando dormías sólo para despertarte y no querías creer que la vida se te volvería más ignorada que el sueño. Gabriel Ferrater

El poeta a caballo

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¡Qué tranquilidad violeta por el sendero a la tarde! A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! La dulce brisa del río, olorosa a junco y agua, le refresca el señorío... La brisa leve del río. A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! Y el corazón se le pierde, doliente y embalsamado, en la madreselva verde... Y el corazón se le pierde. A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! Se está la orilla dorando. El último pensamiento del sol la deja soñando... Se está la orilla dorando. ¡Qué tranquilidad violeta por el sendero, a la tarde! A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! Juan Ramón Jiménez

Al vino

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Al Vino ¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa conjunción de los astros, en qué secreto día que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa y singular idea de inventar la alegría? Con otoños de oro la inventaron. El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo y en el arduo camino nos prodiga su música, su fuego y sus leones. En la noche del júbilo o en la jornada adversa exalta la alegría o mitiga el espanto y el ditirambo nuevo que este día le canto otrora lo cantaron el árabe y el persa. Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria. Jorge Luis Borges

La siesta de un fauno

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(Égloga) El Fauno: Estas ninfas quisiera perpetuar. Que palpite su granate ligero, y en el aire dormite en sopor apretado. ¿Quizás un sueño amaba? Mi duda, en oprimida noche remota, acaba en más de una sutil rama que bien sería los bosques mismos, al probar que me ofrecía como triunfo la falta ideal de las rosas. Reflexionemos... ¡Si las mujeres que glosas un deseo figuran de tus locos sentidos! Se escapa la ilusión de los ojos dormidos y azules, cual llorosa fuente, de la más casta; ¡mas, la otra, en suspiros, dices tú que contrasta como brisa del día cálido en tu toisón! ¡Que no! que por la inmóvil y lasa desazón -el sol con la frescura matinal en reyerta- no murmura agua que mi flauta no revierta al otero de acordes rociado; sólo el viento fuera de los dos tubos pronto a exhalar su aliento en árida llovizna derrame su conjuro; es, en la línea tersa del horizonte puro, el hálito visible y artificial, el vuelo con que la inspira