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Mostrando entradas de julio, 2012

Un Solo Pensamiento

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Sobre mis cuadernos de escuela, sobre el pupitre, sobre el roble, sobre la nieve y en la arena escribo tu nombre. Sobre las páginas leídas, sobre las páginas incólumes -piedra, sangre, papel, ceniza- escribo tu nombre. En las imágenes doradas, sobre los signos de la Corte, sobre tizonas y corazas escribo tu nombre. Sobre el desierto y en la jungla, sobre la infancia de las voces, sobre la rama y en la gruta escribo tu nombre. Sobre el pan blanco de los días, sobre el prodigio de la noche, sobre la flor y las vendimias escribo tu nombre. Sobre los cielos que azulan en los estanques -muertos soles-; sobre los lagos -vivas lunas- escribo tu nombre. Sobre las colinas remotas, en las alas de los gorriones, sobre el molino de las sombras; escribo tu nombre. Sobre los hálitos del alba, sobre la mar y sus galeones, sobre la demente montaña, escribo tu nombre. Sobre el vellón de los espacios y el estertor de los ciclones, sobre el limo de los chubas

Mare de Déu del Carme

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con una habanera

Idilio

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Sencilla y grata vida de la aldea levantarse al nacer de la mañana cuando su luz en la extensión clarea y se quiebra en la cúpula lejana, vagar a la ventura en el boscaje... Espiar en los recodos del camino el momento en que el ave enamorada oculta en el follaje sus esperanzas y sus dichas canta. En rústica vasija coronada de espuma libar la leche, contemplar la bruma que en el fondo del valle se levanta, el aire respirar embalsamado con los suaves olores de la savia y las flores, tomar fuerza en la calma majestuosa donde la vida universal germina, en ignotos lugares que no ha hollado la vana muchedumbre en el bosque de cedros seculares del alto monte en la empinada cumbre; después, tranquilamente bañarse en el remanso de la fuente. Con el rural trabajo que a los músculos da fuerza de acero y que las fuentes abre de riqueza endurecer el brazo fatigado y devolverle calma a la cabeza, sin fatigas, sin penas, sin engaños dejar correr los años y en la pos

Balada de un día de Julio

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Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas Del prado verde. —El prado está muy lejos Y miedo tiene. —Al airón y a la sombra Mi amor no teme. —Teme al sol, niña mía, De sol y nieve. —Se fue de mis cabellos Ya para siempre. —Quién eres, blanca niña. ¿De dónde vienes? —Vengo de los amores Y de las fuentes. Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Qué llevas en la boca Que se te enciende? —La estrella de mi amante Que vive y muere. —¿Qué llevas en el pecho Tan fino y leve? —La espada de mi amante Que vive y muere. —¿Qué llevas en los ojos, Negro y solemne? —Mi pensamiento triste Que siempre hiere. —¿Por qué llevas un manto Negro de muerte? —¡Ay, yo soy la viudita Triste y sin bienes! Del conde del Laurel De los Laureles. —¿A quién buscas aquí Si a nadie quieres? —Busco el cuerpo del conde De los Laureles. —¿Tú buscas el amor