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Mostrando entradas de marzo, 2013

Déjame volar libre por los prados

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Déjame volar libre por los prados, déjame sentir las caricias del viento, quiero cabalgar encima de una nube acariciar el sol y perderme en el tiempo. Déjame escalar la colina más alta, déjame soñar que estoy sola en la montaña quiero descubrir un refugio solitario, quiero conocer de la libertad sus entrañas. Déjame volar como lo hacen las gaviotas déjame llegar a la playa más hermosa, quiero dibujar en la arena mis sueños quiero dormirme y que me despierten las olas. Y déjame por fin, caminar con las estrellas y déjame sentir que soy como una de ellas, entonces al saber que todo ha terminado volveré para decirte, lo que quería, he soñado.  Teresa Aburto Uribe

Día internacional de la poesía

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Oda a la poesía Cerca de cincuenta años caminando contigo, Poesía. Al principio me enredabas los pies y caía de bruces sobre la tierra oscura o enterraba los ojos en la charca para ver las estrellas. Más tarde te ceñiste a mí con los dos brazos de la amante y subiste en mi sangre como una enredadera. Luego te convertiste en copa. Hermoso fue ir derramándote sin consumirte, ir entregando tu agua inagotable, ir viendo que una gota caída sobre un corazón quemado y desde sus cenizas revivía. Pero no me bastó tampoco. Tanto anduve contigo que te perdí el respeto. Dejé de verte como náyade vaporosa te puse a trabajar de lavandera, a vender pan en las panaderías, a hilar con las sencillas tejedoras, a golpear hierros en la metalurgia. Y seguiste conmigo andando por el mundo, pero tú ya no eras la florida estatua de mi infancia. Hablabas ahora con voz férrea. Tus manos fueron duras como piedras. Tu corazón fue un abundante manantial de campanas, elaboraste pan a manos llenas, me ayuda

Doña primavera

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Doña Primavera  viste que es primor,  viste en limonero  y en naranjo en flor.  Lleva por sandalias  unas anchas hojas,  y por caravanas  unas fucsias rojas.  Salid a encontrarla  por esos caminos.  ¡Va loca de soles   y loca de trinos!  Doña Primavera  de aliento fecundo,  se ríe de todas  las penas del mundo...   No cree al que le hable  de las vidas ruines.  ¿Cómo va a toparlas  entre los jazmines?  ¿Cómo va a encontrarlas   junto de las fuentes  de espejos dorados  y cantos ardientes?  De la tierra enferma  en las pardas grietas,  enciende rosales  de rojas piruetas.  Pone sus encajes,  prende sus verduras,  en la piedra triste  de las sepulturas...  Doña Primavera  de manos gloriosas,  haz que por la vida  derramemos rosas:  Rosas de alegría,  rosas de perdón,  rosas de cariño,  y de exaltación. Gabriela Mistral

No era la muerte, pues yo estaba de pie

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No era la muerte, pues yo estaba de pie  Y todos los muertos están acostados,  No era de noche, pues todas las campanas  Agitaban sus badajos a mediodía.  No había helada, pues en mi piel  Sentí sirocos reptar,  Ni había fuego, pues mis pies de mármol  Podían helar un santuario.  Y, sin embargo, se parecían a todas  Las figuras que yo había visto  Ordenadas para un entierro  Que rememoraba como el mío.  Como si mi vida fuera recortada  Y calzada en un marco  Y no pudiera respirar sin una llave  Y era como si fuera medianoche.  Cuando todo lo que late se detiene  Y el espacio mira a su alrededor  La espeluznante helada, primer otoño que llora,  Repele la apaleada tierra.  Pero todo como el caos,  Interminable, insolente, Sin esperanza, sin mástil Ni siquiera un informe de la tierra Para justificar la desesperación. Emily Dickinson

Dia de la Dona

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Mujer irredenta    Hay quienes piensan que he celebrado en exceso los misterios del cuerpo la piel y su aroma de fruta. ¡Calla, mujer! me ordenan No nos aburras más con tu lujuria Vete a la habitación Desnúdate Haz lo que quieras Pero calla No lo pregones a los cuatro vientos. Una mujer es frágil, leve, maternal; en sus ojos los velos del pudor la erigen en eterna vestal de todas las virtudes. Una mujer que goza es un mar agitado donde sólo es posible el naufragio. Cállate. No hables más de vientres y humedades. Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud. Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el desenfreno. Pero ahora, cállate. Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones. No bien pierde la carne su solidez debes doblar el alma ir a la Iglesia tejer escarpines y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia. Me instalo hoy a escribir para los Sumos Sacerdotes de la decencia para los que, agotados

Todos cuantos te buscan te tientan...

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Felice Casorati Todos cuantos te buscan te tientan.  Y quienes te encuentran te atan  al gesto y a la imagen.  Yo en cambio quiero comprenderte  como te comprende la tierra;  con mi madurar  madura tu reino.  No quiero de ti vanidad alguna  que te demuestre.  Sé que el tiempo  no se llama como tú.  No hagas por mí milagros.  Da la razón a tus leyes  que de generación en generación  se tornan más visibles.  Rain er Maria Rilke