La Musa
LA MUSA Toma el laúd poeta, vino de juventud esta noche fermenta en las venas de Dios. Inquieto está mi seno; el deleite lo oprime, Y los vientos turbados han hecho arder mis labios. ¡Oh, muchacho indolente! Mírame soy hermosa. ¿Acaso no te acuerdas de nuestro primer beso, cuando te vi tan pálido al toque de mis alas y, anegados tus ojos, en mis brazos caíste? ¡Cómo te consolé de un amargo pesar! ¡Ay!, tan joven entonces te morías de amor. Consuélame esta noche, me muero de esperanza. Necesito implorar para estar viva al alba. EL POETA ¿Me llama acaso la voz tuya? ¿Eres tú, oh pobre Musa mía? ¡Oh, inmortal mía! ¡Oh, flor mía! ¡único ser púdico y fiel donde el amor por mí aún vive! ¡Aquí estas, eres tú, mi rubia, mi dueña, tú aquí, mi hermana! Ahora siento en la honda noche que ya me inunda tu dorada veste y sus rayos se deslizan hasta mi propio corazón. Alfred de Musset