Yo soy un orbe de agua que se muestra a las criaturas diáfano y transparente una gran Océano cuyas riberas son labores selectas de mármol escogido y cuyas aguas, en forma de perlas, corren sobre un inmenso hielo primorosamente labrado. Me llega a inundar el agua, pero yo, de tiempo en tiempo, voy desprendiéndome del transparente velo con que me cubre. Entonces yo y aquella parte del agua que se desprende desde los bordes de la fuente, aparecemos como un trozo de hielo, del cual parte se liquida y parte no se liquida. Pero, cuando mana con mucha abundancia, somos sólo comparables a un cielo tachonado de estrellas. Yo también soy una concha y la reunión de las perlas son las gotas, semejantes a las joyas de la diestra mano que un artífice colocó en la corona de Ibn Nasr del que, con solicitud, prodigó para mí los tesoros de su erario. Viva con doble felicidad que hasta el día el solicito varón de la estirpe de Galib, de los hijos de la prosperidad, de los venturosos, est...