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Mostrando entradas de mayo, 2010

¿Fue como beso o llanto?

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¿Fue como beso o llanto? ¿Nos hallamos con las manos, buscándonos a tientas, con los gritos, clamando; con las bocas que el vacío besaban? ¿Fue un choque de materia y materia, combate de pecho contra pecho, que a fuerza de contactos se convirtió en victoria gozosa de los dos, en prodigioso pacto de tu ser con mi ser enteros? ¿O tan sencillo fue, tan sin esfuerzo, como una luz que se encuentra con otra luz, y queda iluminado el mundo, sin que nada se toque? Ninguno lo sabemos. Ni el dónde. Aquí, en las manos, como las cicatrices, allí, dentro del alma, como un alma del alma, pervive el prodigioso saber que nos hallamos, y que su dónde está para siempre cerrado. Ha sido tan hermoso que no sufre memoria, como sufren las fechas, los nombres o las líneas. Nada en ese milagro podría ser recuerdo: porque el recuerdo es la pena de sí mismo, el dolor del tamaño, del tiempo, y todo fue eternidad: relámpago. Si qui

¡aleluya!

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Rosas rosadas y blancas, ramas verdes, corolas frescas y frescos ramos, ¡Alegría! Nidos en los tibios árboles, huevos en los tibios nidos, dulzura. ¡Alegría! El beso de esa muchacha rubia, y el de esa morena y el de esa negra, ¡Alegría! Y el vientre de esa pequeña de quince años, y sus brazos armoniosos, ¡Alegría! Y el aliento de la selva virgen y el de las vírgenes hembras, y las dulces rimas de la Aurora, ¡Alegría, Alegría, Alegría! Rubén Darío

Bella figlia dell'amore,

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Bella figlia dell'amore, Schiavo son de' vezzi tuoi; Con un detto sol tu puoi Le mie pene consolar. Vieni, e senti del mio core Il frequente palpitar. Bella hija del amor soy esclavo de tus encantos; una sola palabra tuya, puedes consolar mis penas. Acércate y oye el rápido latir de mi corazón.

Un día tomé entre mis manos...

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Un día tomé entre mis manos tu rostro. Sobre él caía la luna. El más increíble de los objetos sumergido bajo el llanto. Como algo solícito, que existe en silencio, tenía que durar casi como una cosa. y con todo nada había en la fría noche que más infinitamente se me escapara. Oh, porque desembocamos en estos lugares, se apresuran hacia la pequeña superficie todas las ondas de nuestro corazón, voluptuosidad y desfallecimiento, y al fin, ¿a quién ofrecemos todo esto? Ay, al extraño, que nos ha malentendido, ay, a aquel otro, que nunca hemos encontrado, a aquellos siervos, que nos han maniatado, a los vientos de primavera, que se han desvanecido, ya la quietud, la perdedora. Rainer Maria Rilke

Tú no las puedes ver

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Tú no las puedes ver; yo, sí. Claras, redondas, tibias. Despacio se van a su destino; despacio, por marcharse más tarde de tu carne. Se van a nada; son eso no más, su curso. y una huella, a lo largo, que se borra en seguida. ¿Astros? Tú no las puedes besar. Las beso yo por ti. Saben; tienen sabor a los zumos del mundo. ¡Qué gusto negro y denso a tierra, a sol, a mar! Se quedan un momento en el beso, indecisas entre tu carne fría y mis labios; por fin las arranco. Y no sé si es que eran para mí. Porque yo no sé nada. ¿Son estrellas, son signos, son condenas o auroras? Ni en mirar ni en besar aprendí lo que eran. Lo que quieren se queda allá atrás, todo incógnito. y su nombre también. (Si las llamara lágrimas, nadie me entendería.) Pedro Salinas