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Mostrando entradas de noviembre, 2013

15 años ya sin Gloria Fuertes

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Geografía humana Mirad mi continente contenido brazos, piernas y tronco inmesurado, pequeños son mis pies, chicas mis manos, hondos mis ojos, bastante bien mis senos. Tengo un lago debajo de la frente, a veces se desborda y por las cuencas, donde se bañan las niñas de mis ojos, cuando el llanto me llega hasta las piernas y mis volcanes tiemblan en la danza. Por el norte limito con la duda, por el este limito con el otro, por el oeste Corazón Abierto y por el sur con tierra castellana. Dentro del continente hay contenido, los estados unidos de mi cuerpo, el estado de pena por la noche, el estado de risa por el alma -estado de soltera todo el día-. Al mediodía tengo terremotos si el viento de una carta no me llega, el fuego se enfurece y va y me arrasa las cosechas de trigo de mi pecho. El bosque de mis pelos mal peinados se eriza cuando el río de la sangre recorre el continente, y por no haber pecado me perdona. El mar que me rodea es muy variable, se

Otoño

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Aprovechemos el otoño antes de que el invierno nos escombre entremos a codazos en la franja del sol y admiremos a los pájaros que emigran ahora que calienta el corazón aunque sea de a ratos y de a poco pensemos y sintamos todavía con el viejo cariño que nos queda aprovechemos el otoño antes de que el futuro se congele y no haya sitio para la belleza porque el futuro se nos vuelve escarcha. Mario Benedetti

El pozo seco

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Dejé mi copa en el brocal maldito. Grité hacia abajo, hacia el profundo hueco, pero el coro sarcástico del eco me devolvió multiplicado el grito. Llegaba tarde: el pozo estaba seco.              Un gran golpe de viento llenó el pozo, y, al recorrer su vertical garganta, en su más honda hondura oí un sollozo, donde cantaba el agua y ya no canta...              Brillaba entonces la primera estrella, pero el anochecer amanecía cuando me puse a comparar aquella profunda sed del pozo con la mía.              Y allí dejé mi copa abandonada, con un tardío gesto de homenaje por quien se supo dar sin pedir nada al que calmó su sed y siguió el viaje...              Y allí, junto al brocal ennegrecido, y el cubo roto y la inservible rueda, comprendí que no cabe en el olvido la ingratitud de un agua que se ha ido ni el espanto de un pozo que se queda...    José Ángel Buesa

Yo fui...

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Yo fui. Columna ardiente, luna de primavera. Mar dorado, ojos grandes. Busqué lo que pensaba; pensé, como al amanecer en sueño lánguido, lo que pinta el deseo en días adolescentes. Canté, subí, fui luz un día arrastrado en la llama. Como un golpe de viento que deshace la sombra, caí en lo negro, en el mundo insaciable. He sido. Luis Cernuda