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Puesta de sol romántica

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  ¡Cuan hermoso es el sol cuando fresco se levanta, Como una explosión dándonos su buendía! —¡Dichoso aquél que puede con amor Saludar su ocaso más glorioso que un ensueño! ¡Yo lo recuerdo!... Lo vi todo, flor, fuente, surco; Desfallecer bajo su mirada como corazón que palpita... —¡Acudamos hacia el horizonte, ya es tarde, corramos pronto, Para alcanzar, al menos, un oblicuo rayo! Mas, yo persigo en vano al Dios que se retira; La irresistible Noche establece su imperio, Negra, húmeda, funesta y llena de escalofríos; Un olor sepulcral en las tinieblas flota, Y mi pie miedoso roza, al borde del lodazal, Sapos imprevistos y fríos caracoles. Charles Baudelaire  

CORRESPONDENCIAS

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Naturaleza es templo cuyos vivos pilares dejan, algunas veces, salir confusos nombres; es un bosque simbólico que recorren los hombres a los que siempre mira con ojos familiares. Igual que largos ecos, de lejos confundidos en una tenebrosa y profunda unidad, vasta como la noche, en que con claridad se responden colores, aromas y sonidos. Hay perfumes tan frescos como carnes de infantes, dulces como los óboes, verdes cual prado inmenso, -y los hay corrompidos, ricos y triunfantes, con expansión de cosa infinita extendidos como el azmicle, el ámbar, el áloe y el incienso, que cantan los transportes del alma y los sentidos. Charles Baudelaire

El universo de Camille Claudel

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SED NON SATIATA Deidad extraña, negra lo mismo que la noche, en tu aroma el almizcle al tabaco se hermana; producto de un oscuro Fausto de la sabana, bruja de flanco de ébano, surgida a medianoche. Aún más que el opio y más que el misterio yo ansío el libar de tu boca en donde amor se ufana; cuando de mis deseos va a ti la caravana, tus ojos son cisternas en que bebe mi hastío. Por tus dos grandes ojos por los que alienta tu alma, ¡oh demonio de fuego que me roba la calma!, yo no soy el Estigio para dar nueve abrazos, ¡ay!, y tampoco puedo, ¡oh furia libertina!, para morderte al tiempo que te ahogan mis brazos en tu lecho de llamas, como hizo Proserpina. Charles Baudelaire