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Mostrando las entradas etiquetadas como Emily Dickinson

No era la muerte, pues yo estaba de pie

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No era la muerte, pues yo estaba de pie  Y todos los muertos están acostados,  No era de noche, pues todas las campanas  Agitaban sus badajos a mediodía.  No había helada, pues en mi piel  Sentí sirocos reptar,  Ni había fuego, pues mis pies de mármol  Podían helar un santuario.  Y, sin embargo, se parecían a todas  Las figuras que yo había visto  Ordenadas para un entierro  Que rememoraba como el mío.  Como si mi vida fuera recortada  Y calzada en un marco  Y no pudiera respirar sin una llave  Y era como si fuera medianoche.  Cuando todo lo que late se detiene  Y el espacio mira a su alrededor  La espeluznante helada, primer otoño que llora,  Repele la apaleada tierra.  Pero todo como el caos,  Interminable, insolente, Sin esperanza, sin mástil Ni siquiera un informe de la tierra Para justificar la desesperación. Emily Dickinson

Ensueño

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Para fugarnos de la tierra un libro es el mejor bajel; y se viaja mejor en el poema que en el más brioso y rápido corcel Aun el más pobre puede hacerlo, nada por ello ha de pagar: el alma en el transporte de su sueño se nutre sólo de silencio y paz. Emily Dickinson

En mi flor me he escondido

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En mi flor me he escondido para que, si en el pecho me llevases, sin sospecharlo tú también allí estuviera... Y sabrán lo demás sólo los ángeles. En mi flor me he escondido para que, al deslizarme de tu vaso, tú, sin saberlo, sientas casi la soledad que te he dejado. Emily Dickinson