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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Año Nuevo

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Se vuela, de entre las manos, esta vida que nos queda; ¡Cómo se escapan los años! ¡Con qué premura se van y solos, frente al espejo, vemos el rostro de siempre, pero, el alma está más vieja, cansada de tanto andar...! Es que se van, de las manos, los días, tan velozmente... que quizá, ni los sentimos y corremos a la par; sin ver, que así de ligeros se nos van yendo los años entre apuros y zozobras sin poderlos disfrutar. Por eso, este Año Nuevo cambiaremos nuestro ritmo. Si las penas nos empujan... las dejaremos atrás; y andaremos por las calles, con una eterna sonrisa, la sonrisa de la dicha... la sonrisa de la paz. ¡Brindemos por este año! ¿Si fue malo?... ¡ya termina!... Por el año que se inicia brindaremos a embriagar. ¿Quién nos quita lo vivido? Por eso... ¡Nada de penas! ¡Adelante con la vida!... Que la vida se nos va... Cristina de Fercey Os deseo un Feliz Año Nuevo

Poema de la puerta de Comares

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«Soy corona en la frente de mi puerta: envidia al Occidente en mí el Oriente. Al-Gani billah mándame que aprisa paso dé a la victoria apenas llame. Siempre estoy esperando ver el rostro del rey, alba que muestra el horizonte. ¡A sus obras Dios haga tan hermosas como son su temple y su figura» Ibn Zamrak

A una magnolia

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Acércame los pétalos de fragante magnolia con que, en horas de sueño, el Amor poderoso ilumina mi sombra. En la sien, en la palma, entre ébanos de noche tus pétalos reposan. No los turba el ardiente llamado de mi pulso, ni del santo madero la grave y sorda música. Hasta que alguna vez los clavo con mis ojos en una cruz severa, y una herida sin sangre les descubro. -Es una saeta oculta que atraviesa en verano el claroscuro del agua Pura y quieta en los lagos nocturnos.- Gime el ser en silencio. Con mi fuego dialoga tu distante fragancia, tu impasible blancura. De lejos nos contestan, en el aire nocturno de jardines y selvas, las cítaras insomnes. Me acerco a ti; te busco la herida misteriosa que sólo yo conozco. Todos mis huesos cantan despiertos, dolorosos, el canto en que se queman, sin quemarte, en la sombra. Tú acércate; amortigua esta sedienta lumbre. Acércame en el fuego tus frescos, apacibles pétalos de magnolia. Tú acércate, magnolia! Esther d

Poema de la fuente del jardín de Daraxa

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Yo soy un orbe de agua que se muestra a las criaturas diáfano y transparente una gran Océano cuyas riberas son labores selectas de mármol escogido y cuyas aguas, en forma de perlas, corren sobre un inmenso hielo primorosamente labrado. Me llega a inundar el agua, pero yo, de tiempo en tiempo, voy desprendiéndome del transparente velo con que me cubre. Entonces yo y aquella parte del agua que se desprende desde los bordes de la fuente, aparecemos como un trozo de hielo, del cual parte se liquida y parte no se liquida. Pero, cuando mana con mucha abundancia, somos sólo comparables a un cielo tachonado de estrellas. Yo también soy una concha y la reunión de las perlas son las gotas, semejantes a las joyas de la diestra mano que un artífice colocó en la corona de Ibn Nasr del que, con solicitud, prodigó para mí los tesoros de su erario. Viva con doble felicidad que hasta el día el solicito varón de la estirpe de Galib, de los hijos de la prosperidad, de los venturosos, est