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Mostrando entradas de junio, 2010

Soneto del Emigrado

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Cataluña hilandera y labradora, viñedo y olivar, almendra pura, Patria: rememorada arquitectura, ciudad junto a la mar historiadora. Ola de la pasión descubridora, ola de la sirena y la aventura -Mediterráneo- hirió tu singlatura la nave del destierro con su proa. Emigrado, la ceiba de los mayas te dio su sombra grande y generosa cuando buscaste arrimo ante sus playas. Y al llegar a la Mesa del Consejo nos diste el sabor noble de tu prosa de sal latina y óleo y vino añejo. Rosario Castellanos

BALADA DE LA ALAMEDA

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Era el silencio miel sobre seda, y era un ungüento de paz la brisa. Yo iba del brazo con tu sonrisa por la alameda. Tu boca dulce como un olvido me dio sus jugos bajo el follaje, y su chasquido rozo mí oído como un plumaje de un cisne herido; como un encaje desvanecido; como un celaje loco de viaje sobre un paisaje desconocido... Tu boca ungida de luz de trino, bordó una sombra de frases quedas... Tu boca tibia me supo a vino, y en la hojarasca de las veredas se alzó el revuelo de un remolino de áureas monedas... Y fue el silencio como una gruta, y la quimera fue como un río donde bogaron tu amor y el mío... Y fue tu boca como una fruta humedecida por el rocío... Como amputando gestos sombríos bruñó la luna su filo de hacha, y retorciendo sus dedos fríos cruzó una racha... Yo unté de besos tu boca roja, tu boca dulce como un regreso, y en cada árbol fue cada hoja un eco verde de cada beso. Tu boca intacta me

El Otro

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¿Por qué decir nombres de dioses, astros espumas de un océano invisible, polen de los jardines más remotos? Si nos duele la vida, si cada día llega desgarrando la entraña, si cada noche cae convulsa, asesinada. Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre al que no conocemos, pero está presente a todas horas y es la víctima y el enemigo y el amor y todo lo que nos falta para ser enteros. Nunca digas que es tuya la tiniebla, no te bebas de un sorbo la alegría. Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro. Lo que él respira es lo que a ti te asfixia, lo que come es tu hambre. Muere con la mitad más pura de tu muerte. Rosario Castellanos