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Mostrando entradas de junio, 2008

otro haiku

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flor de Granado en verde rama asoma roja se abre

Nuestros ojos intercambian su luz

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Nuestros ojos intercambian su luz su luz y el silencio hasta no reconocerse hasta sobrevivir a la ausencia. Paul Éluard

Amo el amor de los marineros

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Para que nada nos amarre, que no nos una nada. Ni la palabra que aromó tu boca, ni lo que no dijeron las palabras. Ni la fiesta de amor que no tuvimos, ni tus sollozos junto a la ventana. Para que nada nos amarre, que no nos una nada. Amo el amor de los marineros que besan y se van. Dejan una promesa, no vuelven nunca más. En cada puerto una mujer espera; los marineros besan y se van. Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar. Desde el fondo de ti y arrodillado, un niño triste como yo nos mira. Por esa vida que arderá en sus venas tendrían que amarrarse nuestras vidas. Por esas manos, hijas de tus manos, tendrían que matar las manos mías. Por sus ojos abiertos en la tierra, veré en los tuyos lágrimas un día. Amo el amor de los marineros que besan y se van. Amor que puede ser eterno y puede ser fugaz. En cada puerto una mujer espera; los marineros besan y se van. Una noche se acuestan con la muerte en el lecho del mar. Pablo Nerud

El Laúd

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Soy el laúd. Si quieres describir mi cuerpo, con sus rayas bellamente curvadas, habla como si hablaras de un higo que madura, abovedándose. Exagera lo oscuro que en mí ves. Era la oscuridad de Tulia. En su pubis no había tanta; su iluminado pelo era cual salón iluminado. A veces tomaba algún sonido desde mi superficie hacia su rostro y me cantaba. Me tensaba yo entonces contra lo débil suyo y por fin mi interior estaba dentro de ella. Rainer María Rilke

Canción de amor

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¿CÓMO he de sujetar el alma, para que no roce la tuya? ¿Cómo alzarla por encima de ti, hacia otras cosas? Ay, quisiera ocultarla cerca de algo perdido por lo oscuro, en un extraño paraje silencioso, que no vibre cuando tu hondura vibra. Pero cuanto nos roza, a ti y a mí, nos arrastra a los dos, igual que un golpe de arco sacando de dos cuerdas una nota. ¿En qué instrumento se nos ha tensado? ¿Cuál es el violinista que nos pulsa? ¡Oh dulce canción! Rainer María Rilke