Canto del destino de Hiperión

Vagáis arriba en la luz, en blando suelo, ¡genios felices! brisas de Dios, radiantes, suaves os rozan como los dedos de la artista las cuerdas santas. Sin sino, como infantes que duermen, respiran los dioses; resplandecen en casto capullo guardados sus espíritus eternamente. Y en sus ojos beatos brilla tranquilo fulgor perpetuo. Más no nos es dado en sitio alguno posar. Vacilan y caen los hombres sufrientes, ciegos, de una hora en la otra, como aguas de roca en roca lanzados, eternamente, hacia lo incierto. Friedrich Hölderlin