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Mostrando entradas de abril, 2009

Con Quevedo, en primavera

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Todo ha florecido en estos campos, manzanos, azules titubeantes, malezas amarillas, y entre la hierba verde viven las amapolas. El cielo inextinguible, el aire nuevo de cada día, el tácito fulgor, regalo de una extensa primavera. Sólo no hay primavera en mi recinto. Enfermedades, besos desquiciados, como yedras de iglesia se pegaron a las ventanas negras de mi vida y el sólo amor no basta, ni el salvaje y extenso aroma de la primavera. Y para ti qué son en este ahora la luz desenfrenada, el desarrollo floral de la evidencia, el canto verde de las verdes hojas, la presencia del cielo con su copa de frescura? Primavera exterior, no me atormentes, desatando en mis brazos vino y nieve, corola y ramo roto de pesares, dame por hoy el sueño de las hojas nocturnas, la noche en que se encuentran los muertos, los metales, las raíces, y tantas primaveras extinguidas que despiertan en cada primavera. Pablo Neruda

Una rosa

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Feliz día de Sant Jordi

Naranjo en flor

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Era más blanda que el agua, que el agua blanda. Era más fresca que el río, naranjo en flor. Y en esa calle de estío, calle perdida, dejó un pedazo de vida y se marchó. Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y, al fin, andar sin pensamientos. Perfume de naranjo en flor, promesas vanas de un amor que se escaparon con el viento. Después, ¿qué importa del después? Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. ¡Eterna y vieja juventud, que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz! ¿Qué le habrán hecho mis manos? ¿Qué le habrán hecho para dejarme en el pecho tanto dolor? Dolor de vieja arboleda, canción de esquina con un pedazo de vida, naranjo en flor.

Recuerdo de una tarde

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Aquel temblor del muslo y el diminuto encaje rozado por la yema de los dedos, son el mejor recuerdo de unos días conocidos sin prisa, sin hacerse notar, igual que amigos tímidos. Fue la tarde anterior a la tormenta, con truenos en el cielo. Tú apareciste en el jardín, secreta, vestida de otro tiempo, con una extravagante manera de quererme, jugando a ser el viento de un armario, la luz en seda negra y medias de cristal, tan abrazadas a tus muslos con fuerza, con esa oscura fuerza que tuvieron sus dueños en la vida. Bajo el color confuso de las flores salvajes, inesperadamente me ofrecías tu memoria de labios entreabiertos, unas ropas difíciles, y el rayo apenas vislumbrado de la carne, como fuego lunático, como llama de almendro donde puse la mano sin dudarlo. Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros, de las primeras gotas en los árboles. Aquel temblor del muslo y el diminuto encaje, de vello traspasado, su resist

Un invierno en...

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"El poder de la música"

Canciones del pozo sin agua

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Esta noche vamos a gozar. La música que quieres, el trago que te gusta y la mujer que has de tomar. Esta noche vamos a bailar. El bendito deseo se estremece igual que un gato en un morral, y está en tu sangre esperando la hora como el cazador en el matorral. Esta noche nos vamos a emborrachar. El dulce alcohol enciende tu cuerpo como una llamita de inmortalidad, y el higo y la uva y la miel de abeja se me mezclan a un tiempo con su metal. Esta noche nos vamos a enamorar. Dios la puso en el mundo a la mujer mortal —a la víbora-víbora de la tierra y del mar— y es lo mejor que ha hecho el viejo paternal. ¡Esta noche vamos a gozar! Jaime Sabines

Detrás de mí en la rama quiero verte.

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Detrás de mí en la rama quiero verte. Poco a poco te convertiste en fruto. No te costó subir de las raíces cantando con tu sílaba de savia. Y aquí estarás primero en flor fragante, en la estatua de un beso convertida, hasta que sol y tierra, sangre y cielo, te otorguen la delicia y la dulzura. En la rama veré tu cabellera, tu signo madurando en el follaje, acercando las hojas a mi sed, y llenará mi boca tu sustancia, el beso que subió desde la tierra con tu sangre de fruta enamorada. Pablo Neruda

Horizontal, sí te quiero

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--> Horizontal, sí, te quiero. Mírale la cara al cielo, de la cara. Déjate ya de fingir un equilibrio donde lloramos tú y yo. Ríndete a la gran verdad final, a lo que has de ser conmigo, tendida ya, paralela, en la muerte o en el beso. Horizontal es la noche en el mar, gran masa trémula sobre la tierra acostada, vencida sobre la playa. El estar de pie, mentira: sólo correr o tenderse. Y lo que tú y yo queremos y el día - ya tan cansado de estar con su luz, derecho - es que nos llegue, viviendo y con temblor de morir, en lo más alto del beso, ese quedarse rendidos por el amor más ingrávido, al peso de ser de tierra, materia, carne de vida. En la noche y la trasnoche, y el amor y el transamor, ya cambiados en horizontes finales, tú y yo, de nosotros mismos. Pedro Salinas