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Mostrando las entradas etiquetadas como Antonio Machado

Abril florecía

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Abril florecía  frente a mi ventana.  Entre los jazmines  y las rosas blancas de un balcón florido, vi las dos hermanas.  La menor cosía, la mayor hilaba ... Entre los jazmines  y las rosas blancas,  la más pequeñita,  risueña y rosada  —su aguja en el aire—,  miró a mi ventana.  La mayor seguía  silenciosa y pálida,  el huso en su rueca  que el lino enroscaba. Abril florecía  frente a mi ventana.  Una clara tarde  la mayor lloraba,  entre los jazmines y las rosas blancas,  y ante el blanco lino  que en su rueca hilaba.  —¿Qué tienes —le dije—  silenciosa pálida?  Señaló el vestido  que empezó la hermana.  En la negra túnica la aguja brillaba;  sobre el velo blanco,  el dedal de plata. Señaló a la tarde  de abril que soñaba,  mientras que se oía tañer de campanas. Y en la clara tarde  me enseñó sus l...

Antonio Machado

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...Hace algún tiempo en ese lugar Donde hoy los bosques se visten de espinos Se oyó la voz de un poeta gritar Caminante no hay camino, se hace camino al andar...

Noche de verano

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Es una hermosa noche de verano. Tienen las altas casas abiertos los balcones del viejo pueblo a la anchurosa plaza. En el amplio rectángulo desierto, bancos de piedra, evónimos y acacias simétricos dibujan sus negras sombras en la arena blanca. En el cénit, la luna, y en la torre, la esfera del reloj iluminada. Yo en este viejo pueblo paseando solo, como un fantasma. Antonio Machado

En Colliure

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Un rincón en el mundo Detrás de una frontera, O detrás de los años y los amaneceres Con la esquina doblada Como la página de un libro, O detrás de las curvas de una guerra. Se conmueve el camino a la orilla del mar. Parece un látigo en el aire De febrero lluvioso. Cuando baja del coche, Ángel González duda, Pone sus pies heridos en la historia Y sube muy despacio, Entre muros franceses Y casas repintadas con el azul de los veranos, hasta llegar al cementerio. Lo que nos trae aquí, No es el sol de la infancia. Los lugares sagrados nos permiten vivir Una historia de todos en primera persona. Las flores de la tumba de Machado Imitan el color de una bandera Sagrada por mandato De mi melancolía. Aquello que perdimos una vez, Y el frío de las manos, la palabra en el tiempo, El dolor de las vidas que se cortan En el cristal de los destinos rotos, Descansa hoy, casi desnudo, En una tumba de poeta. ¿Cuándo llegamos a Sevilla?, preguntaba su madre ...

Canciones

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Pregunté a la tarde de abril que moría: ¿Al fin la alegría se acerca a mi casa? La tarde de abril sonrió: La alegría pasó por tu puerta —y luego, sombría:— Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa. Antonio Machado

Soledades

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Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adonde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... —La tarde cayendo está—, "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón." Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se obscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada." Antonio Machado

Los Jardines del poeta

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Vincent van Gogh El poeta es jardinero. En sus jardines corre sutil la brisa con livianos acordes de violines, llanto de ruiseñores, ecos de voz lejana y clara risa de jóvenes amantes habladores. Y otros jardines tiene. Allí la fuente le dice: Te conozco y te esperaba. Y él, al verse en la onda transparente: ¡Apenas soy aquel que ayer soñaba! Y otros jardines tiene. Los jazmines añoran ya verbenas del estío, y son liras de aroma estos jardines, dulces liras que tañe el viento frío. Y van pasando solitarias horas, y ya las fuentes, a la luna llena, suspiran en los mármoles, cantoras, y en todo el aire sólo el agua suena. Antonio Machado

Juncos...

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¿Mi amor?... ¿Recuerdas, dime, aquellos juncos tiernos, lánguidos y amarillos que hay en el cauce seco?... Antonio Machado

Sevilla 26 de julio de 1875

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Antonio Machado Leyendo un claro día mis bien amados versos, he visto en el profundo espejo de mis sueños que una verdad divina temblando está de miedo, y es una flor que quiere echar su aroma al viento. El alma del poeta se orienta hacia el misterio. Sòlo el poeta puede mirar lo que está lejos dentro del alma, en turbio y mago son envuelto. En esas galerías, sin fondo, del recuerdo, donde las pobres gentes colgaron cual trofeo el traje de una fiesta apolillado y viejo, allí el poeta sabe el laborar eterno mirar de las doradas abejas de los sueños. Poetas, con el alma atenta al hondo cielo, en la cruel batalla o en el tranquilo huerto, la nueva miel labramos con los dolores viejos, la veste blanca y pura pacientemente hacemos, y bajo el sol bruñimos el fuerte arnés de hierro. El alma que no sueña, el enemigo espejo, proyecta nuestra imagen con el perfil grotesco. Fotos: David Tassinari Sentimos una ola ...
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Fue una clara tarde, triste y soñolienta tarde de verano. La hiedra asomaba al muro del parque, negra y polvorienta... La fuente sonaba. Rechinó en la vieja cancela mi llave; con agrio ruido abrióse la puerta de hierro mohoso y, al cerrarse, grave golpeó el silencio de la tarde muerta. En el solitario parque, la sonora copia borbollante del agua cantora me guió a la fuente. La fuente vertía sobre el blanco mármol su monotonía. La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano, un sueño lejano mi canto presente? Fue una tarde lenta del lento verano. Respondí a la fuente: No recuerdo, hermana, mas sé que tu copla presente es lejana. Fue esta misma tarde: mi cristal vertía como hoy sobre el mármol su monotonía. ¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares, que ves, sombreaban los claros cantares que escuchas. Del rubio color de la llama, el fruto maduro pendía en la rama, lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?... Fue esta misma lenta tarde de verano. —No sé qué ...

caminante

Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. (Antonio Machado)