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Mostrando entradas de mayo, 2008

Juan Ramón Jiménez

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Un poeta en el recuerdo… Por el mar vendrán las flores del alba (olas, olas llenas de azucenas blancas), el gallo alzará su clarín de plata. (¡Hoy! te diré yo tocándote el alma) ¡Oh, bajo los pinos, tu desnudez malva, tus pies en la tierna hierba con escarcha, tus cabellos verdes de estrellas mojadas! (...Y tú me dirás huyendo: Mañana) Levantará el gallo su clarín de llama, y la aurora plena, cantando entre granas, prenderá sus fuegos en las ramas blandas. (¡Hoy! te diré yo tocándote el alma) ¡Oh, en el sol nacido, tus sienes doradas, los ojos inmensos de tu cara maga, evitando azules mis negras miradas! (...Y tú me dirás huyendo: Mañana) No recordar nada... Que me hunda la noche callada, como una bandada blanda y acabada. (Que no quede nada... Que pase la mujer amada por una dejada estancia soñada) No desear nada... Perderse en la idea sagrada, como una dorada sombra en la alborada. Andando, andando. Que quiero

Mi primer Haiku

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Foto: Víctor Sánchez Castillo En primavera tus palabras brotan como las flores para Nerim

Canción Pornográfica

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El agua pide orillas donde apoyar la frente, la noche busca sueños para entrar en las casas, la luz se hace murmullo y los países juegan a las cartas. Juegan como el silencio con sus ruidos para pensar que existen en un orden certero. Como los rayos de la luna, porque cantan su número y se van deshaciendo. Juegan como los dioses sin castigo, suplican el color de una bandera y la sombra de un himno. Necesitados de soberanía, los desnudos no son papel de plata. Ya no hay sombras detrás de los abrazos y los países juegan a las cartas. Luis García Montero

Luz de un faro viejo

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Volvería a amarte de brazos abiertos como se ama de noche los ojos del cielo, de fuego incendiando tu líquida sombra. Hasta el fondo de los años volvería a amarte donde mi cuerpo aún guarda la ficción de tus besos, la caricia inalterable de nuestras ausencias, el amor copulando en el horizonte de la memoria. Volvería a amarte con el calor de los fogones que templan el aire, porque mi corazón no ha encontrado la estación del olvido, o tal vez porque herrumbre soy, ceniza, luz de un faro viejo que aún alumbra. Si, volvería a amarte de brazos abiertos podando hierba para cosechar flores porque este amor es una flama que vaga por oscuras calles de laberínticas noches, exhalando ecos de perfumados recuerdos. Porque eres germen de inspiración, volvería amarte. Lina Zerón

Ciudad

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No tuve más remedio que seguirla. Bajé con ella al día. Conocí gentes que fueron de mi condición, conversaciones de palabras lentas. Hablo de aquella edad que nos otorga la sensación de verse en un mundo inmediato, la ciudad que nos llama en los mismos lugares, en las mismas penumbras donde hay ojos que siguen el deseo desnudo de tus ojos, amor que pide tiempo, razones que parecen tus razones. Pero de pronto cambia el mundo en las ciudades, y aunque sé que cultivo mi deseo, para vivir aquí, entre los jóvenes, recorro sus caminos y comprendo que traigo la distancia no sé si de otra edad o de otra tierra, testigo de otra gente que no sabe beber, que tiene prisa, y que aprende a besarse en los rincones, con otra historia, con su propio tiempo. La ciudad no me sigue, va con ellos. Y escucho atentamente por si algo me llama, para sentirme vivo, para ir aprendiendo con la noche cómo ladran ahora los fantasmas del tiempo y la poesía.

Al Despertar

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Al despertar uno se vuelve al que era al que tiene el nombre con que nos llaman, al despertar uno se vuelve seguro, sin pérdida, al uno mismo al uno solo recordando lo que olvidan el tigre la paloma en su dulce despertar. Fina García Marruz

Pinar de la piedra

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Hay una débil música enredada en mis dedos como indolentes, verdes algas dormidas, cuando Mayo desnuda de negros pabellones mi errante pensamiento. Hay un tejido espeso como aroma de mieles y de trigo, que envuelve adormeciendo roca y nube. Es temprano en la tarde. El arroyo abandona su flauta entre la hierba. Me inclino reverente para beber y el agua pone en mis cerrados párpados su húmeda caricia. Sobre la tierra extiendo mi pereza y Mayo me despoja de la corteza gris y extraña de mi traje ciñéndome triunfal con la guirnalda azul de sus ramajes lánguidos y en el silencio olvido el remolino inquieto de mi alma. Ahora soy complacido todo tierra, sólo un montón de tierra donde crecen florecillas salvajes como desnudas piernas deseadas y hay un himno en mis labios, un himno que levanta su corola como la púrpura de la diana en un alba con lluvia. Por el pinar en sombra se difunden sonrisas de armonía cuando la tarde estruja jacintos olorosos en el cá

Como una sola flor desesperada

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Lo quiero con la sangre, con el hueso, con el ojo que mira y el aliento, con la frente que inclina el pensamiento, con este corazón caliente y preso, y con el sueño fatalmente obseso de este amor que me copa el sentimiento, desde la breve risa hasta el lamento, desde la herida bruja hasta su beso. Mi vida es de tu vida tributaria, ya te parezca tumulto, o solitaria, como una sola flor desesperada. Depende de él como del leño duro la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro, que solo en él respira levantada. Juana de Ibarbourou