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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Lied Marino

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Vine a llamarte a los acantilados. Lancé tu nombre y sólo el mar me respondió desde la leche instantánea y voraz de sus espumas. Por el desorden recurrente de las aguas cruza tu nombre como un pez que se debate y huye hacia la vasta lejanía. Hacia un horizonte de menta y sombra, viaja tu nombre rodando por el mar del verano. Con la noche que llega regresan la soledad y su cortejo de sueños funerales. Álvaro Mutis

Deseo

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  Por el campo tranquilo de septiembre, del álamo amarillo alguna hoja, como una estrella rota, girando al suelo viene. Si así el alma inconsciente, Señor de las estrellas y las hojas, fuese, encendida sombra, de la vida a la muerte.  Luis Cernuda

HALLA EN LA CAUSA DE SU AMOR TODOS LOS BIENES

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Después que te conocí, Todas las cosas me sobran: El Sol para tener día, Abril para tener rosas. Por mi bien pueden tomar Otro oficio las Auroras, Que yo conozco una luz Que sabe amanecer sombras. Bien puede buscar la noche Quien sus Estrellas conozca, Que para mi Astrología Ya son oscuras y pocas. Gaste el Oriente sus minas Con quien avaro las rompa, Que yo enriquezco la vista Con más oro a menos costa. Bien puede la Margarita Guardar sus perlas en conchas, Que Búzano de una Risa Las pesco yo en una boca.   Contra el Tiempo y la Fortuna Ya tengo una inhibitoria: Ni ella me puede hacer triste, Ni él puede mudarme un hora.   El oficio le ha vacado A la Muerte tu persona: A sí misma se padece, Sola en ti viven sus obras.   Ya no importunan mis ruegos A los cielos por la gloria, Que mi bienaventuranza Tiene jornada más corta.   La sacrosanta Mentira Que tantas Almas adoran, Busque en Portugal vasallos, En Chipre busque Coronas.   Predicaré de manera Tu belleza por Europa,

La palmera levantina

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La palmera levantina, la columna que camina. La palmera... la palmera... La palmera levantina, la que otea la marina, la mediterránea era. la que atrapa la primera ráfaga de primavera la primera golondrina. La que araña los luceros y se ciñe los encajes de las nubes a los zancos datileros. La que brinda sol en grano al verderol. La que se arroja de bruces contra el Sol. El magnífico incensario que se mece solitario. La palmera... la palmera... Al final de una colina, contra azul extraordinario... ¡la palmera levantina! La palmera lo primero que vé el ojo marinero de los mares de Levante. La palmera la que encuna al arcángel de la luna, ¡la palmera de Alicante! Vedla, fina, palpitar en el confín. Vedla, presa, en la retina de Azorín. La palmera... la palmera... Como manos compañeras, al dejar mis anchos valles y marchar de una mentira bella en pos,como manos, desde fondos de horizontes y colinas me dijeron las palmeras levantinas, "¡adiós!"  Miguel Hernández