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Mostrando las entradas etiquetadas como Rainer María Rilke

Día de otoño

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Señor: es hora. Largo fue el verano.  Pon tu sombra en los relojes solares,  y suelta los vientos por las llanuras.  Haz que sazonen los últimos frutos;  concédeles dos días más del sur,  úrgeles a su madurez y mete  en el vino espeso el postrer dulzor.  No hará casa el que ahora no la tiene,  el que ahora está solo lo estará siempre,  velará, leerá, escribirá largas cartas,  y deambulará por las avenidas,  inquieto como el rodar de las hojas. Rainer Maria Rilke

Todos cuantos te buscan te tientan...

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Felice Casorati Todos cuantos te buscan te tientan.  Y quienes te encuentran te atan  al gesto y a la imagen.  Yo en cambio quiero comprenderte  como te comprende la tierra;  con mi madurar  madura tu reino.  No quiero de ti vanidad alguna  que te demuestre.  Sé que el tiempo  no se llama como tú.  No hagas por mí milagros.  Da la razón a tus leyes  que de generación en generación  se tornan más visibles.  Rain er Maria Rilke

El otoño suplicante

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Foto grafía : Paco Amor Señor: es hora. Largo fue el verano. Pon tu sombra en los relojes solares, y suelta los vientos por las llanuras. Haz que sazonen los últimos frutos; concédeles dos días más del sur, úrgeles a su madurez y mete en el vino espeso el postrer dulzor. Rainer Maria Rilke

Un día tomé entre mis manos...

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Un día tomé entre mis manos tu rostro. Sobre él caía la luna. El más increíble de los objetos sumergido bajo el llanto. Como algo solícito, que existe en silencio, tenía que durar casi como una cosa. y con todo nada había en la fría noche que más infinitamente se me escapara. Oh, porque desembocamos en estos lugares, se apresuran hacia la pequeña superficie todas las ondas de nuestro corazón, voluptuosidad y desfallecimiento, y al fin, ¿a quién ofrecemos todo esto? Ay, al extraño, que nos ha malentendido, ay, a aquel otro, que nunca hemos encontrado, a aquellos siervos, que nos han maniatado, a los vientos de primavera, que se han desvanecido, ya la quietud, la perdedora. Rainer Maria Rilke

Hoy deseo sentir...

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Hoy deseo sentir, por ti, las rosas, sentir las rosas por amor a ti; hoy, por ti, largo, largo tiempo, sentir las rosas no sentidas: rosas. Están llenos de cuencos, todos; yacen en sí mismas cien veces cada una; como valles repletos de otros valles yacen en sí y desbordan. Tan indeciblemente cual la noche, desbordan a aquellos que se entregan; igual que las estrellas sobre el llano se precipitan con magnificencia. Noche de rosas, noche de rosas. Noche de rosas, noche de abundantes y claras rosas, noche clara, rosas, sueño de los mil párpados de rosas, claro sueño de rosas, yo soy el que te duermo: claro durmiente de tus aromas, profundo durmiente de tu fresca intimidad. Mientras que yo me entrego, deshaciéndome, a ti, Tienes que combatir mi ser entero. Mi destino disuélvase en paz comprensible y obre el impulso a abrirse, que en parte alguna choca. Ámbito de las rosas, que nace de las rosas, en secreto criado, dado en abiertas rosas, grande como el...

Las rosas

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Si tu frescura a veces nos sorprende tanto dichosa rosa, es que en ti misma, por dentro, pétalo contra pétalo, descansas. Conjunto bien despierto cuyo centro duerme, mientras se tocan, innumerables, las ternuras de ese corazón silencioso que suben hasta la extrema boca. Rainer María Rilke

Las rosas

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Si tu frescura a veces nos sorprende tanto dichosa rosa, es que en ti misma, por dentro, pétalo contra pétalo, descansas. Conjunto bien despierto cuyo centro duerme, mientras se tocan, innumerables, las ternuras de ese corazón silencioso que suben hasta la extrema boca. Rainer María Rilke

Las rosas

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Si tu frescura a veces nos sorprende tanto, dichosa Rosa es que en ti misma, por dentro, pétalo contra pétalo, descansas. Conjunto bien despierto cuyo centro duerme, mientras se tocan, innumerables, las ternuras de ese corazón silencioso que suben hasta le extrema boca. Rainer María Rilke

Por ti

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Por ti, la oscuridad de quien provengo, siento un amor mayor que por la llama que da límite al mundo, en tanto que ella brilla sólo para algún círculo fuera del cual no hay ser que la conozca. Pero la oscuridad retiene todo: las llamas y las formas, al animal y a mí tal como los atrapa, personas y poderes. Y puede ser: una fuerza mayúscula vecina a mí se mueve. Yo creo en las noches. Rainer María Rilke

El Laúd

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Soy el laúd. Si quieres describir mi cuerpo, con sus rayas bellamente curvadas, habla como si hablaras de un higo que madura, abovedándose. Exagera lo oscuro que en mí ves. Era la oscuridad de Tulia. En su pubis no había tanta; su iluminado pelo era cual salón iluminado. A veces tomaba algún sonido desde mi superficie hacia su rostro y me cantaba. Me tensaba yo entonces contra lo débil suyo y por fin mi interior estaba dentro de ella. Rainer María Rilke

Canción de amor

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¿CÓMO he de sujetar el alma, para que no roce la tuya? ¿Cómo alzarla por encima de ti, hacia otras cosas? Ay, quisiera ocultarla cerca de algo perdido por lo oscuro, en un extraño paraje silencioso, que no vibre cuando tu hondura vibra. Pero cuanto nos roza, a ti y a mí, nos arrastra a los dos, igual que un golpe de arco sacando de dos cuerdas una nota. ¿En qué instrumento se nos ha tensado? ¿Cuál es el violinista que nos pulsa? ¡Oh dulce canción! Rainer María Rilke

Amo las horas sombrías de mi ser

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Amo las horas sombrías de mi ser, en las cuales mi espíritu se absorbe; en ellas he encontrado, como en antiguas cartas, mi vida cotidiana ya vivida como una leyenda lejana y trasnochada. De ellas me llega la conciencia de poseer una segunda, eterna y ancha vida. Y a veces soy como el árbol que, maduro y rumoroso, por encima de una tumba, colma el ensueño que el difunto joven (en torno al cual sus cálidas raíces se apretujan) perdió en tristezas y canciones. Rainer María Rilke Fotografías: Camilo Margelí