La ciudad sumergida

No quise ver el mar porque sabía que el corazón más honda inmensidad y olvidada del hombre me ofrecía. Y a la sola colina de mi edad subí a mirar mi corazón, batiendo siempre contra su propia soledad. En mi honda ciudad se desentierra hoy un amor que germinó escondido donde el alma a la sangre más se aferra. Camino del ancestro me ha traído de mi propio submar a tus umbrales la sangre que me tiene florecido. Ciudad, entre mi pulso se sentía, sumergida también, entre mis venas, volando tus campanas de alegría. Ciudad que entre mi sueño de azucenas ciudad que entre mi sangre transitoria estás creciendo y mis espacios llenas con la sangre que viene de tu gloria. Jorge Rojas