La Casa

Me adentraba en ella -ante mí en la cubierta del libro-, en su planta cuadrada y un silencio en sus muebles que adivino o invento: podría pintarla como cuando era niña y abrir con una cuchilla sus ventanas, porque ella era mi mundo inserto en otro mundo de intimidad discreta que yo invadía y daba a los demás. Lo que en ella pasaba -un perro, una bombilla- me resultó feliz. María Victoria Atencia