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Mostrando las entradas etiquetadas como Angel González

Vals del atardecer

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Los pianos golpean con sus colas  enjambres de violines y de violas.  Es el vals de las solas y solteras,  el vals de las muchachas casaderas,  que arrebata por rachas  su corazón raído de muchachas.  A dónde llevará esa leve brisa,  a qué jardín con luna esa sumisa  corriente  que gira de repente  desatando en sus vueltas  doradas cabelleras, ahora sueltas,  borrosas, imprecisas en el río de música y metralla  que es un vals cuando estalla  sus trompetas.  Todavía inquietas,  vuelan las flautas hacia el cordelaje  de las arpas ancladas en la orilla donde los violoncelos se han dormido.  Los oboes apagan el paisaje.  Las muchachas se apean en sus sillas,  se arreglan el vestido  con manos presurosas y sencillas,  y van a los lavabos, como después de un viaje. Ángel González

Ángel González

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Milagro de la luz: la sombra nace, choca en silencio contra las montañas, se desploma sin peso sobre el suelo desvelando a las hierbas delicadas. Los eucaliptos dejan en la tierra la temblorosa piel de su alargada silueta, en la que vuelan fríos pájaros que no cantan. Una sombra más leve y más sencilla, que nace de tus piernas, se adelanta para anunciar el último, el más puro milagro de la luz: tú contra el alba. Foto: Goathemala LA LUZ A TI DEBIDA Sé que llegará el día en que ya nunca volveré a contemplar tu mirada curiosa y asombrada. Tan sólo en tus pupilas compruebo todavía, sorprendido, la belleza del mundo -y allí, en su centro, tú, iluminándolo. Por eso, ahora, mientras aún es posible, mírame mirarte; mete todo tu asombro en mi mirada, déjame verte cuando tú me miras también a mí, asombrado de ver por ti y a ti, asombrosa. .-.-.-.-.-.-. CASI INVIERNO Alamedas desnudas, mi amor se vino al suelo. Verdes vuelos, velados por el le...

El otoño se acerca

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El otoño se acerca con muy poco ruido: apagadas cigarras, unos grillos apenas, defienden el reducto de un verano obstinado en perpetuarse, cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste. Se diría que aquí no pasa nada, pero un silencio súbito ilumina el prodigio: ha pasado un ángel que se llamaba luz, o fuego, o vida. Y lo perdimos para siempre. Ángel González

carta sin despedida

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Buenas noches... ...hasta mañana A veces, mi egoísmo me llena de maldad, y te odio casi hasta hacerme daño a mí mismo: son los celos, la envidia, el asco al hombre, mi semejante aborrecible, como yo corrompido y sin remedio, mi querido hermano y parigual en la desgracia. A veces -o mejor dicho: casi nunca-, te odio tanto que te veo distinta. Ni en corazón ni en alma te pareces a la que amaba sólo hace un instante, y hasta tu cuerpo cambia y es más bello -quizá por imposible y por lejano. Pero el odio también me modifica a mí mismo, y cuando quiero darme cuenta soy otro que no odia, que ama a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo, que lleva tu apellido, y tiene, igual que tú, el cabello largo. Cuando sonríes, yo te reconozco, identifico tu perfil primero, y vuelvo a verte, al fin, tal como eras, como sigues siendo, como serás ya siempre, mientras te ame. Ángel González

Carta sin despedida

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Foto: Neil Lawson CARTA SIN DESPEDIDA A veces, mi egoísmo me llena de maldad, y te odio casi hasta hacerme daño a mí mismo: son los celos, la envidia, el asco al hombre, mi semejante aborrecible, como yo corrompido y sin remedio, mi querido hermano y parigual en la desgracia. A veces -o mejor dicho: casi nunca-, te odio tanto que te veo distinta. Ni en corazón ni en alma te pareces a la que amaba sólo hace un instante, y hasta tu cuerpo cambia y es más bello -quizá por imposible y por lejano. Pero el odio también me modifica a mí mismo, y cuando quiero darme cuenta soy otro que no odia, que ama a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo, que lleva tu apellido, y tiene, igual que tú, el cabello largo. Cuando sonríes, yo te reconozco, identifico tu perfil primero, y vuelvo a verte, al fin, tal como eras, como sigues siendo, como serás ya siempre, mientras te ame. Ángel González Foto : thubleau ME HE QUEDADO SIN PULSO Me he qu...