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Mostrando entradas de agosto, 2008

Volví la frente: Estabas. Estuviste

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Volví la frente: Estabas. Estuviste esperándome siempre. Detrás de una palabra maravillosa, siempre. Abres y cierras, suave, el cielo. Como esperándote, amanece. Cedes la luz, mueves la brisa de los atardeceres. Volví a la vida; vi que estabas tejiendo, destejiendo siempre. Silenciosa, tejiendo (tarde es, amor, ya tarde y peligroso.) y destejiendo nieve... Blas de Otero

QUÉ TARDE...

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QUÉ tarde más hermosa. Qué dulce es esta brisa que acaricia sin prisa la piel de cada cosa. Se ha detenido, ociosa, la mirada indecisa y asoma la sonrisa cuando en la luz se posa. Cómo expresar en prosa con palabra precisa la sensación dichosa de la tarde indivisa, si el verso lo improvisa la mano temblorosa. José Corredor-Matheos

Bolero

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Qué vanidad imaginar que puedo darte todo, el amor y la dicha, itinerarios, música, juguetes. Es cierto que es así: todo lo mío te lo doy, es cierto, pero todo lo mío no te basta como a mí no me basta que me des todo lo tuyo. Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno. Por ahí un papelito que solamente dice: Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte. Julio Cortázar

La hora del pastor

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La luna es roja en el horizonte de bruma; en la niebla que danza, la pradera se duerme humeante y callada, mientras la rana grita entre los verdes juncos que todos se estremecen. Las flores de las aguas cierran ya sus carolas; se perfilan los álamos sobre las lejanías, rectos, altos y juntos sus espectros inciertos; sobre los matorrales las luciérnagas brillan. Los mochuelos despiertan, y sin ruido reman el aire de la noche con sus pesadas alas, y se llena el cenit de sordos resplandores. Es la Noche; en lo azul emerge Venus, blanca. Paul Verlaine

Se deshizo la luz

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Se deshizo la luz, equivocó su horario por dejarte desnuda, desdibujó tus ojos mientras me sonreías. Mientras me sonreías vi una sombra inclinada desvestirse, abrir la cremallera despacio del silencio, dejar sobre la alfombra la civilización. Y tu cuerpo se hizo dorado y transitable, feliz como un presagio que nos enfurecía. Que nos enfurecía. Solamente nosotros (camaradas de una cama ruidosa) y el deseo, ese difícil viaje de ida y vuelta, que ahora insiste y me empuja a recordarte alegre, levantada, un relámpago abierto entre los ojos, recogiendo tu falda de joven colegial. Mientras me sonreías, yo me quedé dormido en las manos de un sueño que no puedo contarte. Luis García Montero

En mi flor me he escondido

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En mi flor me he escondido para que, si en el pecho me llevases, sin sospecharlo tú también allí estuviera... Y sabrán lo demás sólo los ángeles. En mi flor me he escondido para que, al deslizarme de tu vaso, tú, sin saberlo, sientas casi la soledad que te he dejado. Emily Dickinson

Desnuda

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Amo tu desnudez porque desnuda me bebes con los poros, como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo. Tu desnudez derriba con su calor los límites, me abre todas las puertas para que te adivine, me toma de la mano como un niño perdido que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas. Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo pasa a ser mi universo, el credo que me nutre; la aromática lámpara que alzo estando ciego cuando junto a las sombras los deseos me ladran. Cuando te me desnudas con los ojos cerrados cabes en una copa vecina de mi lengua, cabes entre mis manos como el pan necesario, cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra. El día en que te mueras te enterraré desnuda para que limpio sea tu reparto en la tierra, para poder besarte la piel en los caminos, trenzarte en cada río los cabellos dispersos. El día en que te mueras te enterraré desnuda, como cuando naciste de nuevo entre mis piernas. Roque Dalton