Uno vuelve a subir las escaleras
Uno vuelve a subir las escaleras de su casa perdida (ya no llevan a ningún sitio), alguien nos llama con una voz querida, familiar. Pero ya no hace falta contestarle. La voz sola nos llama, suficiente, cual si nada pudiera hacerle daño, en el pasillo inmenso. Una lluvia que no puede mojarnos, no se cansa de rodear un día preferido. Uno toca la puerta de la casa que le fue deparada a nuestras manos mortales, como un tímido consuelo. Fina García Marruz