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Mostrando las entradas etiquetadas como Miguel Hernández

ROSA DE ALMENDRA

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Propósito de espuma y de ángel eres, victima de tu propio terciopelo, que, sin temor a la impiedad del hielo, de blanco naces y de verde mueres. ¿A qué pureza eterna te refieres con tanta obstinación y tanto anhelo?.... ¡Ah, sí!: tu flor apunta para el cielo en donde está la flor de las mujeres. ¡Ay! ¿por qué has boquiabierto tu inocencia en esta pecadora geografía, párpado de la nieve, y tan temprano? Todo tu alrededor es transparencia, ¡ay pura de una vez cordera fría, que esquilará la helada por su mano!  Miguel Hernández

CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS

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Uvas, granadas, dátiles, doradas, rojas, rojos, hierbabuena del alma, azafrán de los poros. Uvas como tu frente, uvas como tus ojos. Granadas con la herida de tu florido asombro, dátiles con tu esbelta ternura sin retorno, azafrán, hierbabuena llueve a grandes chorros sobre la mesa pobre, gastada, del otoño, muerto que te derramas, muerto que yo conozco, muerto frutal, caído con octubre en los hombros. Miguel Hernández

ROSA DE ALMENDRA

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Propósito de espuma y de ángel eres, victima de tu propio terciopelo,  que, sin temor a la impiedad del hielo,  de blanco naces y de verde mueres.  ¿A qué pureza eterna te refieres con tanta obstinación y tanto anhelo?....  ¡Ah, sí!: tu flor apunta para el cielo  en donde está la flor de las mujeres.  ¡Ay! ¿por qué has boquiabierto tu inocencia  en esta pecadora geografía, párpado de la nieve, y tan temprano? Todo tu alrededor es transparencia, ¡ay pura de una vez cordera fría, que esquilará la helada por su mano! Miguel Hernández

la higuera...

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Como la higuera joven, resplandeciente y ciega...   Miguel Hernández

Qué quiere el viento de Enero

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Qué quiere el viento de Enero que baja por el barranco y violenta las ventanas mientras te visto de abrazos? Derribarnos, arrastrarnos. Derribadas, arrastradas las dos sangres se alejaron. ¿Qué sigue queriendo el viento cada vez más enconado? Separarnos. Miguel Hernández

La palmera levantina

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La palmera levantina, la columna que camina. La palmera... la palmera... La palmera levantina, la que otea la marina, la mediterránea era. la que atrapa la primera ráfaga de primavera la primera golondrina. La que araña los luceros y se ciñe los encajes de las nubes a los zancos datileros. La que brinda sol en grano al verderol. La que se arroja de bruces contra el Sol. El magnífico incensario que se mece solitario. La palmera... la palmera... Al final de una colina, contra azul extraordinario... ¡la palmera levantina! La palmera lo primero que vé el ojo marinero de los mares de Levante. La palmera la que encuna al arcángel de la luna, ¡la palmera de Alicante! Vedla, fina, palpitar en el confín. Vedla, presa, en la retina de Azorín. La palmera... la palmera... Como manos compañeras, al dejar mis anchos valles y marchar de una mentira bella en pos,como manos, desde fondos de horizontes y colinas me dijeron las palmeras levantinas, "¡adiós!"  Miguel Hernández ...

Nanas de la cebolla

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  La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. . En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. . Una mujer morena resuelta en luna se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te traigo la luna cuando es preciso. . Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en tus ojos la luz del mundo. Ríete tanto que mi alma al oírte bata el espacio. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. . Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. . La carne aleteante, súbito el párpado, el vivir como nunca coloreado. ¡Cuánto jilguero se remonta, aletea, desde tu cuerpo! . Desperté...

Azahar

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Frontera de lo puro, flor y fría. Tu blancor de seis filos, complemento, en el principal mundo, de tu aliento, en un mundo resume un mediodía. Astrólogo el ramaje en demasía, de verde resultó jamás exento. Ártica flor al sur: es necesario tu desliz al buen curso del canario.  Miguel Hernández

Almendros en flor

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“Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.   A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.” ( Fragmento de Elegía a Ramón Sijé) Miguel Hernández

La abarcas desiertas

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Por el cinco de enero, cada enero ponía mi calzado cabrero a la ventana fría. Y encontraban los días, que derriban las puertas, mis abarcas vacías, mis abarcas desiertas. Nunca tuve zapatos, ni trajes, ni palabras: siempre tuve regatos, siempre penas y cabras. Me vistió la pobreza, me lamió el cuerpo el río, y del pie a la cabeza pasto fui del rocío. Por el cinco de enero, para el seis, yo quería que fuera el mundo entero una juguetería. Y al andar la alborada removiendo las huertas, mis abarcas sin nada, mis abarcas desiertas. Ningún rey coronado tuvo pie, tuvo gana para ver el calzado de mi pobre ventana. Toda la gente de trono, toda gente de botas se rió con encono de mis abarcas rotas. Rabié de llanto, hasta cubrir de sal mi piel, por un mundo de pasta y un mundo de miel. Por el cinco de enero, de la majada mía mi calzado cabrero a la escarcha salía. Y hacia el seis, mis miradas hallaban en sus puertas mis abarcas heladas, m...

Sólo quien ama vuela

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Sólo quien ama vuela Sólo quien ama vuela. Sólo quien ama vuela. Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela? Pero ¿quién ama? Pero ¿quién vuela? Sólo quien ama vuela. Sólo quien ama vuela. Un ser ardiente, claro de deseos, alado, quiso ascender, tener la libertad por nido. Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado. Donde faltaban plumas puso valor y olvido. Iba tan alto a veces, que le resplandecía sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave. Ser que te confundiste con una alondra un día, te desplomaste otros como el granizo grave. Sólo quien ama vuela, Sólo quien ama vuela. Conquistaré el azul ávido de plumaje, pero el amor, abajo siempre, se desconsuela de no encontrar las alas que da cierto coraje. Los brazos no aletean. Son acaso una cola que el corazón quisiera lanzar al firmamento. La sangre se entristece de debatirse sola. Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento. No volarás. No puedes volar, cuerpo q...

Eres la noche, esposa:

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Eres la noche, esposa: la noche en el instante mayor de su potencia lunar y femenina. Eres la medianoche: la sombra culminante donde culmina el sueño, donde el amor culmina. Forjado por el día, mi corazón que quema lleva su gran pisada de sol a donde quieres, con un solar impulso, con una luz suprema, cumbre de las mañanas y los atardeceres. Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje su avaricioso anhelo de imán y poderío. Un astral sentimiento febril me sobrecoge, incendia mi osamenta con un escalofrío. El aire de la noche desordena tus pechos, y desordena y vuelca los cuerpos con su choque. Como una tempestad de enloquecidos lechos, eclipsa las parejas, las hace un solo bloque. La noche se ha encendido como una sorda hoguera de llamas minerales y oscuras embestidas. Y alrededor la sombra late como si fuera las almas de los pozos y el vino difundidas. Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente, la visible ceguera puesta sobre quien ama; ya provoca e...

Oda al vino

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A lluvia de calor, techo de parras, a reposo de pino, actividad de avispas y cigarras en el sarmiento fino, cuerda de pompas y sostén de vino. Morada episcopal, la cepa nimia, bajo la luz levante, en situación se pone la vendimia, luciendo a cada instante racimos en estado interesante. India del grano, asociación del lujo, vinícola paisaje, como un mediterráneo sin reflujo, ni flujo ni oleaje, sólo esplendor y espuma de ramaje. Pronto se besarán en la banasta, nido por coincidencia, hasta que diga el pie bailable: !basta! las uvas: concurrencia, asiduidad de peso y transparencia. Les concede sazón en su mañana la Virgen del Carmelo: pronto la ubre oro y la de grana enviscarán el suelo de moscatel y tinto caramelo. Al vino ya la tumba de madera le prepara su fondo; el vaso su torreón, su vinajera la misa, el cáliz mondo: ! triunfo y consagración de lo redondo! Lo calzarán las botas, a las cuales, si aspecto da, despega: latidos de la...

nanas de la cebolla

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( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer, en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla) La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. . En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. . Una mujer morena resuelta en luna se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te traigo la luna cuando es preciso. . Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en tus ojos la luz del mundo. Ríete tanto que mi alma al oírte bata el espacio. . Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. . Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. . La carne aleteante, súbito...

menos tu vientre

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Menos tu vientre, todo es confuso Menos tu vientre, todo es futuro fugaz, pasado baldío, turbio. Menos tu vientre, todo es oculto. Menos tu vientre, todo inseguro, todo postrero, polvo sin mundo. Menos tu vientre, todo es oscuro. Menos tu vientre claro y profundo. Miguel Hernández Joan Manuel Serrat