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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Paseos marítimos

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Será porque el amor tenía entonces el color de las lámparas de gas y yo tan pocos años que miraba caer en las hamacas una lenta experiencia de cansado septiembre Era en las tardes últimas. Sentados sobre el porche veíamos la luz. Finales de verano por las enredaderas, en los olivos secos, las palmeras desnudas de un jardín donde nada pasaba, solamente la vida. Con qué coraje, amor, y qué deprisa se nos llenó más tarde de paseos franceses y de farolas viejas. Y era un tiempo feliz el que vivimos, según dijeron luego. De mi infancia recuerdo dos zapatos vacíos y azules en el suelo, el olor de la casa, sus ojos y los tuyos que llegaron despacio igual que aquellos sueños heridos tibiamente por un lápiz de labios, carmín desesperado de posguerra. Crecimos en la oscura presencia de su risa, sobre balcones altos y glorietas, de espaldas al temor, a la miseria que nos miraba a veces desdibujadamente desde la ventanilla del último autobús. Perdón si os hice

Alexanderplatz

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Y de golpe llegó el mes de febrero hacía frío en aquella casa me repetías: “¡Sabes que en invierno se vive bien como en primavera!” “ Sí, sí justo así...” La bedela regresaba de la escuela un poco antes para ayudarme: "Pareces cansado, será que tienes ojeras ¿Cómo te encuentras en Berlín Este?" Alexander Platz auf wiedershen Y había nieve, voy a dar un paseo hasta la frontera: "Voy contigo" Y la noche siempre se volvía tarde sólo mis pasos por las calles Y me gustaba limpiar y hacer las camas quedar aislada como una auténtica princesa prisionera de su filme, en la esquina como Marlene “Será que tienes ojeras, ¿cómo te encuentras en Berlín Este?” Alexander Platz auf wiedershen y había nieve, nos vemos esta noche fuera del teatro: "¿Te gusta Schubert?" Franco Battiato (canta: Milva)

Para que tu me oigas ...

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Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo

Por ti

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Por ti, la oscuridad de quien provengo, siento un amor mayor que por la llama que da límite al mundo, en tanto que ella brilla sólo para algún círculo fuera del cual no hay ser que la conozca. Pero la oscuridad retiene todo: las llamas y las formas, al animal y a mí tal como los atrapa, personas y poderes. Y puede ser: una fuerza mayúscula vecina a mí se mueve. Yo creo en las noches. Rainer María Rilke

Yo quisiera ser niña

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Yo quisiera ser niña para acoplar las nubes a distancia (Claudicadoras altas de la forma), Para ir a la alegría por lo pequeño y preguntar, como quien no lo sabe el color de las hojas ¿Cómo era? Para ignorar lo verde, el verde mar, La respuesta salobre del ocaso en retirada, el tímido gotear de los luceros en el muro vecino, Ser niña que cayera de pronto dentro de un tren con ángeles, que llegaban así, de vacaciones a correr un poquito por las uvas, o por nocturnos fugados de otras noches de geometrías más altas. Pero ya, ¿que he de ser? Si me han nacido estos ojos tan grandes, y esos rubios quereres de soslayo. Cómo voy a ser ya esa que quiero yo niña de verdes, niña vencida de contemplaciones, cayendo de sí misma sonrosada, ... si me dolió muchísimo decir para alcanzar de nuevo la palabra que se iba, escapada saeta de mi carne, y me ha dolido mucho amar a trechos impenitente y sola, y hablar de cosas inacabadas, tinas cosas de niños, de

Si yo te comentase que la vida es mentira

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Si yo te comentase que la vida es mentira, háblame del amor o de tu cuerpo, de la noche contigo. Y recuérdame luego los días que son días porque alguien me ama o acaso porque tú me prefieres. Luis García Montero

La Luna

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¡Astro de rayos áureos, qué dulce es tu esplendor cuando corres los montes y en el musgo descansas y cuando tiemblas sobre las hierbas y los ramos o con el alción flotas sobre tranquilas aguas! Mas ¿por qué despertaste cuando sobre la tierra, todo dormido está? Astro cuya luz clara es inútil al hombre; en ti está tu misterio: tú no eres su fanal y tu irradiación pálida no sabe madurar los frutos conseguidos a fuerza de sudores; él jamás pide nada a la luz misteriosa de tu claridad; nunca te llama para que alumbre en sus casas las fiestas, sino que, cerrando sus viviendas a tus luces celestes, se alumbra con las llamas de los fuegos que logra arrancar a la tierra. Cuando la noche llega y comienza tu marcha por la senda celeste, están todos los ojos cerrados a tus luces misteriosas y claras. Y el mundo entero sigue insensible a tu vuelta, frío y sombrío como las tumbas olvidadas que son las preferidas de tus rayos de oro, a las que con amor tan dulcemente bañas

Canción pornográfica

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El agua pide orillas donde apoyar la frente, la noche busca sueños para entrar en las casas, la luz se hace murmullo y los países juegan a las cartas. Juegan como el silencio con sus ruidos para pensar que existen en un orden certero. Como los rayos de la luna, porque cantan su número y se van deshaciendo. Imágenes: Irina Todorova Juegan como los dioses sin castigo, suplican el color de una bandera y la sombra de un himno. Necesitados de soberanía, los desnudos no son papel de plata. Ya no hay sombras detrás de los abrazos y los países juegan a las cartas. Luis García Montero

Los Jardines del poeta

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Vincent van Gogh El poeta es jardinero. En sus jardines corre sutil la brisa con livianos acordes de violines, llanto de ruiseñores, ecos de voz lejana y clara risa de jóvenes amantes habladores. Y otros jardines tiene. Allí la fuente le dice: Te conozco y te esperaba. Y él, al verse en la onda transparente: ¡Apenas soy aquel que ayer soñaba! Y otros jardines tiene. Los jazmines añoran ya verbenas del estío, y son liras de aroma estos jardines, dulces liras que tañe el viento frío. Y van pasando solitarias horas, y ya las fuentes, a la luna llena, suspiran en los mármoles, cantoras, y en todo el aire sólo el agua suena. Antonio Machado

El libro...

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El libro es fuerza, es valor es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor. Rubén Dario