El sol, el viejo sabio, va disipando minúsculas dudas de oscuridad, dejadas hasta ahora por resolver. Le tiemblan un poco las manos, y temblamos los árboles y nosotros cuando oímos que todo minuto que pasa ha de arrancar, brusco, una venda de sombra, y ahora el justo caso de la luz será bien recto, y ahora chillará la delgada desazón de la flauta de Iblis, y lo veremos todo, y repleto de espacios de claridad, impenetrables como el cristal. Manifestado todo, diremos: tú lo has querido, te lo has buscado tú, de noche, cuando dormías sólo para despertarte y no querías creer que la vida se te volvería más ignorada que el sueño. Gabriel Ferrater