LA NINA QUE JUGABA A LA RAYUELA
La niña que jugaba a la rayuela y a escapar de las olas en la playa creció esperando siempre algún prodigio un viaje imprevisto a cualquier parte. En el cristal del día fue la luz la que hurtaba sus horas mas felices y la noche y sus ruidos no trajeron sino tedio cansancio y mal de amor. Ella que perseguía el alborozo se vio acosada por los años feos y un día tuvo miedo de la vida al contemplar su ayer en retirada. ¿Y el amor? Ahora ve a su compañero iluminado por la luna que huye. Sí: le quiere. El suyo es asimiento que no conoce tiempo ni fatiga. José Agustín Goytisolo