A la rosa, a esta rosa, a la única, a esta gallarda, abierta, adulta rosa, a su profundidad de terciopelo, al estallido de su seno rojo. Creían, sí, creían que renunciaba a ti, que no te canto, que no eres mía, rosa, sino ajena, que yo voy por el mundo sin mirarte, preocupado sólo del hombre y su conflicto. No es verdad, rosa, te amo. Adolescente, preferí las espigas, las granadas, preferí ásperas flores de matorral, silvestres azucenas. Por elegante desprecié tu erguida plenitud, el raso matinal de tu corpio, la indolente insolencia de tu agonía, cuando dejas caer un pétalo y con los otros continúas ardiendo hasta que se esparció todo el tesoro. Me perteneces, rosa, como todo lo que hay sobre la tierra, y no puede el poeta cerrar los ojos a tu copa encendida, cerrar el corazón a tu fragancia. Rosa, eres dura: he visto caer la nieve en mi jardín: el hielo paralizó la vida, los grandes árboles quebraron sus ramajes, solo, ro...
Comentarios
Bello poema de un poeta al que admiró desde mi adolescencia. ¡admirables versos que tu sensibilidad elige para nuestro deleite.
No tener recuerdos es cono no haber vivido. Tener recuerdos es retener la vida, aunque a veces se desdibujen como los médanos en el agua.
Un recuerdo y afectuoso saludo para ti.
Juan Ramón Jinemez uno de los grandes de nuestra literatura.
A veces nos salvan los recuerdos.
Un abrazo.
Besos
Un abrazo
Un fuerte abrazo.