Caballos de madera
Dad vueltas y más vueltas, caballos de madera,
dad ciento, dad mil vueltas, girad alrededor,
dadlas aprisa, dadlas, y dadlas sin reposo
al compás estruendoso con que suena el tambor.
El robusto soldado, la criada rolliza
lo mismo que en sus casas en vuestros lomos van,
pues un día como hoy ellos se sienten amos
el uno para el otro en el bosque de Cambre.
Dad vueltas y más vueltas, caballos, para ellos
en tanto que contempla, con el ojo avizor,
el guiño picaresco del truhán solapado
¡Girad alrededor del pistón vencedor!
¡Es delicioso ver cómo os emborracháis
en el círculo estúpido del que ya no salís!
con el vientre repleto, vacía la cabeza,
todo girando en torno en vértigo sin fin.
Tornad, girad aprisa, caballos de madera,
sin emplear espuelas ni acicates usar;
tended vuestro galope en carrera concéntrica
sin la espera del pienso que os haga galopar.
Y daos prisa también, caballos de mi alma,
ved que llega la noche en que se han de juntar
cual palomo y paloma en medio de las sombras
lejos de la señora y lejos del ferial.
Tornad, girad. El cielo recama lentamente
su terciopelo negro con astros de fulgor.
Y se van los amantes, ella y él, por el campo.
¡Tornad, girad, alegres, mientras suena el tambor!
Paul Verlaine
Comentarios
EL CABALLO DE LA CALESITA
Quién pudiera agarrarte por la cola
magiafantamanieblapoesia!
Acostarse contigo una vez sola
y después enterrar esa mania!
Quién pudiera agarrarte por la cola!
Trajín, ciudad y tarde Buenos Aires.
Aire de plaza, ruido de tranvía.
(Galopando una musica de tango
gira el caballo de la calesita.)
Los hombres van y vienen. Una vieja
vende manzanas en aquella esquina.
(Corazon de madera, ojo pintado,
gira el caballo de la calesita.)
Una pareja se ama. Un angustiado
compra cianuro, escribe y se suicida.
(Ha muerto un ruiseñor. Pero no llores,
gira, el caballo de la calesita.)
Os contare una historia maravillosa y cierta.
Una tarde (el crepúsculo lentamente caía)
se me lleno la boca de soledad. Despierta
era mi sangre. Mi alma ni un pájaro tenia.
Caminaba. A lo lejos se oían los violines
que el crepúsculo toca para verme mas triste.
Mi alma se vestía de lentos adoquines.
(Mi alma en la soledad no se desviste.)
Iba sin una luz, sin una rosa.
Sin un poco de mar, sin un amigo.
Me vio el caballo de la calesita,
me vio tan solo que se fue conmigo.
Y ahora en mi corazón y desde entonces,
transitado de niños y de risas,
prisionero en mi música voltea,
gira el caballo de la calesita.
(Tiene el ojo pintado.
Su corazón es de madera limpia.)
Juan Gelman
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Un saludo.
juan
(¿Qué pasa que nadie comenta este bello texto?)
Una mujer y un hombre
Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.
Juan Gelman