Hermosura de la dialéctica
Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de pájaros,
tejedora del viento navegante.
No se ha educado aun mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbra el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.
Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.
Sí.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo, encenderán
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.
Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.
Gioconda Belli
Comentarios
:)
Un abrazo
El poema casa perfectamente con mi foto. Estás haciendo fotopoesía, querida amiga.
...y mosquitos encantadores
Un beso
Amigo Modes
Gracias por estar aquí
Un abrazo
Osselin
querido fotopoeta, tus fotografías me inspiran
Una abraçada