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Mostrando entradas de enero, 2008

Molas y mesita de día...

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Gracias Mosquita por estas Molas llenas de poesía y música y a Mosquito por dejarme prestada su Mesita de día El ruiseñor Como una bandada de pájaros sorprendidos, En mi se cobijan mis mil recuerdos, Se refugian en el amarillo follaje De mi corazón que su tronco de aliso contempla En el espejo violeta del río de los Pesares, Río cercano que fluye con melancolía: En mi se refugian, mientras una naciente Brisa húmeda acalla rumores nocivos Hasta borrarlos del todo, en la arboleda, Y así brota un silencio hondo, Tan sólo se oye el canto elogiador de la Ausente, Tan sólo se oye el canto -¡Siempre lánguido!- Del pájaro que fue mi Amor Primero Y hoy como entonces sigue cantando; Bajo tristes resplandores de la luna Que surge mortecina y solemne, una Noche de estío melancólica y densa Que llena de silencio y obscuridad Acuna en su azul apenas surcado por el viento Al árbol que tiembla y al pájaro que llora. LA HORA DEL PASTOR La luna es roja en el h...

A veces ...

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"Dreamer" de Pablo Picasso A veces el poema es el objeto o don y con más evidencia pone de manifiesto ese propósito: dar luz a una palabra sin quitarle su magia o ser depositario de una visión o de un sentir que toma cuerpo en sílabas contadas. Clara Janés

Canción que corta

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ABRIRÉ las ciudades por si hay una silla vacía en los ojos cerrados del futuro. Abriré las palabras por si llego a una luz y a una mesa en los ojos insomnes del pasado. Y abriré la piel de un ruido, la bóveda de un eco, el tejado con hierbas de mi casa. Quiero estar en nosotros, quiero volver al río y a los álamos, descubrir lo que queda, lo que falta. Aire Para los aires de mi sombra, humor de tinta azul en los abismos, campanas de cristal sobre la incertidumbre. Con el filo de una antigua quimera, abriré las ciudades, las palabras. Luis García Montero Estremécete Para escuchar la canción un doble click en el enlace

Llegarán los almendros en flor a tu ventana

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Llegarán los almendros en flor a tu ventana huídos de mi pensamiento, y el temblor del olivo que se estremece al paso de la noche. Pero yo, cada vez más perdida en tus palabras, no tendré fuerza para llegar hasta tu puerta, me quedaré vagando por las calles, desgranando temores por la tierra de Kampa, dialogando confusa con el aire, bailando cortesmente con el río la danza de la muerte, con delicados arabesques y oscuras reverencias. No intentaré siquiera hablarte con la lluvia, ni cabalgar el viento y escondida en sus crines devolverte el perfume de las rosas que tú de un solo gesto, de una vez para siempre, has desenterrado para mí con toda la encendida primavera. Clara Janés

Ángel González

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Milagro de la luz: la sombra nace, choca en silencio contra las montañas, se desploma sin peso sobre el suelo desvelando a las hierbas delicadas. Los eucaliptos dejan en la tierra la temblorosa piel de su alargada silueta, en la que vuelan fríos pájaros que no cantan. Una sombra más leve y más sencilla, que nace de tus piernas, se adelanta para anunciar el último, el más puro milagro de la luz: tú contra el alba. Foto: Goathemala LA LUZ A TI DEBIDA Sé que llegará el día en que ya nunca volveré a contemplar tu mirada curiosa y asombrada. Tan sólo en tus pupilas compruebo todavía, sorprendido, la belleza del mundo -y allí, en su centro, tú, iluminándolo. Por eso, ahora, mientras aún es posible, mírame mirarte; mete todo tu asombro en mi mirada, déjame verte cuando tú me miras también a mí, asombrado de ver por ti y a ti, asombrosa. .-.-.-.-.-.-. CASI INVIERNO Alamedas desnudas, mi amor se vino al suelo. Verdes vuelos, velados por el le...

Te amo por cejas

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Te amo por cejas, por cabello, te dabato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz, Te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano, porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula, y los gestos, esa arquitectura de la nada, encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro. Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo. Pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa. Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo, busco esa línea que hace temblar a un hombre en una galería de museo. Además te quiero, y hace tiempo y frío. Julio Cortázar

La Casa

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Me adentraba en ella -ante mí en la cubierta del libro-, en su planta cuadrada y un silencio en sus muebles que adivino o invento: podría pintarla como cuando era niña y abrir con una cuchilla sus ventanas, porque ella era mi mundo inserto en otro mundo de intimidad discreta que yo invadía y daba a los demás. Lo que en ella pasaba -un perro, una bombilla- me resultó feliz. María Victoria Atencia

Esa boca

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Su entusiasmo por el circo se venía arrastrando desde tiempo atrás. Dos meses, quizá. Pero cuando siete años son toda la vida y aún se ve el mundo de los mayores como una muchedumbre a través de un vidrio esmerilado, entonces dos meses representan un largo, insondable proceso. Sus hermanos mayores habían ido dos o tres veces e imitaban minuciosamente las graciosas desgracias de los payasos y las contorsiones y equilibrios de los forzudos. También los compañeros de la escuela lo habían visto y se reían con grandes aspavientos al recordar este golpe o aquella pirueta. Sólo que Carlos no sabía que eran exageraciones destinadas a él, a él que no iba al circo porque el padre entendía que era muy impresionable y podía conmoverse demasiado ante el riesgo inútil que corrían los trapecistas. Sin embargo, Carlos sentía algo parecido a un dolor en el pecho siempre que pensaba en los payasos. Cada día se le iba siendo más difícil soportar su curiosidad. Entonces preparó la frase y en el momen...