sensaciones
CUANDO me miro no me percibo.
Tengo tanto la manía de sentir
que me extravío a veces al salir
de las propias sensaciones que recibo.
Tengo tanto la manía de sentir
que me extravío a veces al salir
de las propias sensaciones que recibo.
El aire que respiro, este licor que bebo
pertenecen a mi modo de existir,
y nunca sé como he de concluir
las sensaciones que a mi pesar concibo.
Ni nunca, propiamente, reparé
si en verdad siento lo que siento. Yo
¿seré tal cual como me parezco? ¿seré
tal cual como me juzgo verdaderamente?
También ante las sensaciones soy un poco ateo,
ni sé bien si soy yo quien en mí siente.
Fernando Pessoa
Comentarios
Me alegra volver a tenerte aquí , te añoraba mucho...
Gracias por dejarnos estos versos de Pessoa!
Molts Petonets Preciosa Illenca!
Precioses paraules de Pessoa.
i les fotos? Semblen uns jardins molt bonics.
Aprop de casa meva hi ha un petit estany amb una escultura de Clarà que es reflexa al aigua. Llàstima que al costat hi han posat un monument, enorme i lleig.
ptonissims
La alegría es mutua, preciosa.
Un molt foro petò
Hola Només ploraria
gràcies per les teves paraules.
Petons.
És el estany dels Jardins del Palau Reial de Pedralbes.
Son parte del botín de la “caza” fotográfica durante mi reciente escapada por Barcelona. Tengo algunas más guardadas en la mochilla. Ya os las iré subiendo. Clarà tiene unas esculturas preciosas, como la Diosa que está en la plaza de Catalunya.
Un beso par tu alma.
Un beso.
Estaba preocupado, un beso.
Besos
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
¡Que no quiero verla!
La luna de par en par.
Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras.
¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!
¡Que no quiero verla!
La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!
Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué buen serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos,
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!
Devuelta a la vorágine de la lucha diaria después de una pausa por tierras catalanas.
Un petó. También te echaba de menos.
Gracias por el poema
Ele, amiga.
Muchísimas gracias.
Esta mirada, tus Colores de San Telmo, la Choza Haiku y Me quedan las Palabras sí que merecen el Premio y muchísimos más.
Un beso
Fantástico.
Vaya labor que haces niña.
Ha sido un placer volver a tu isla abandonada.
Un abrazo,
Estel J.
Gracias y saludos.
El placer es mío. Siempre es una alegría muy grande recibirte aquí, así como es para mi detenerme en tu Andén.
Un saludo.
Goathemala
¡Aprovechar el tiempo!
¡Ah, déjenme que no aproveche nada!
¡Ni tiempo, ni ser, ni memorias de tiempo o de ser!
Déjenme ser una hoja de árbol, sacudida por la brisa,
La polvareda de un camino, involuntario y solo,
El arroyo casual de las lluvias que se acaban,
El surco que hacen en los caminos las ruedas mientras no vienen otras,
El trompo del muchacho que va a detenerse,
Y oscila, con el mismo movimiento que tiene la tierra,
Y se estremece, con el mismo movimiento que tiene el alma,
Y cae, como caen los dioses, en el suelo del Destino.
Un abrazo.
Te echaba de menos