LA NINA QUE JUGABA A LA RAYUELA
La niña que jugaba a la rayuela
y a escapar de las olas en la playa
creció esperando siempre algún prodigio
un viaje imprevisto a cualquier parte.
En el cristal del día fue la luz
la que hurtaba sus horas mas felices
y la noche y sus ruidos no trajeron
sino tedio cansancio y mal de amor.
Ella que perseguía el alborozo
se vio acosada por los años feos
y un día tuvo miedo de la vida
al contemplar su ayer en retirada.
¿Y el amor? Ahora ve a su compañero
iluminado por la luna que huye.
Sí: le quiere. El suyo es asimiento
que no conoce tiempo ni fatiga.
José Agustín Goytisolo
y a escapar de las olas en la playa
creció esperando siempre algún prodigio
un viaje imprevisto a cualquier parte.
En el cristal del día fue la luz
la que hurtaba sus horas mas felices
y la noche y sus ruidos no trajeron
sino tedio cansancio y mal de amor.
Ella que perseguía el alborozo
se vio acosada por los años feos
y un día tuvo miedo de la vida
al contemplar su ayer en retirada.
¿Y el amor? Ahora ve a su compañero
iluminado por la luna que huye.
Sí: le quiere. El suyo es asimiento
que no conoce tiempo ni fatiga.
José Agustín Goytisolo
Comentarios
El amor (amar) puede salvarnos de muchos naufragios y de muchos miedos.
Un cariñoso abrazo.
Ayer estuve leyendo su poema Los auténticos motivos del caso.
Un abrazo.
Abrazos.
Marcos demasiadas personas se quedan jugando a la rayuela en vez de afrontar estos miedos...
Chelo Yo no diría pobre Goytisolo. El ha vivido un vida plena, con altibajos y excesos como todos los genios y también las personas del montón...
Era amigo de sus amigos, amó su familia y fue correspondido.
Una noche cualquiera del pasado verano
quiso aquel hombre terminar con todo
y después de la cena
se bebió mas de un litro de café
para empujarse todas las pastillas
de cuatro o cinco frascos de un somnífero
con lo que normalmente se durmió
y llegó hasta la muerte sin sentirla.
Sólo ciertos rumores intentaron
dar una explicación a tal suceso:
se aseguró que estaba enfermo grave
que una prima segunda le había amenazado
con contárselo todo a su marido
que los negocios no marchaban bien
que sufría de insomnio
o que su amante no le hacía caso.
Pero en realidad
las cosas eran mucho mas sencillas:
ocurrió que fue siempre un solitario
ocurrió que la vida dejó de interesarle
ocurrió que esa noche hizo un calor de ahogo
ocurrió que era muy inteligente.
Abrazos
Encuentro este poema nostálgico, sin esperanzas...hasta que, como otras veces , se reconce el amor y con él la salvación.
Un abrazo
un saludo desde malaga.
prieto